Sentirse aceptado es un deseo humano casi universal. Después de todo, evolucionamos para sobrevivir mejor en grupos, donde encajar y tener la confianza y el respeto de nuestros compañeros son las medidas del éxito. La necesidad de pertenecer está en nuestro ADN. Pero a veces esa necesidad ocupa un lugar central, y lo que otros piensan de nosotros adquiere más importancia que lo que pensamos de nosotros mismos.
A todos nos gusta agradar, pero puede tener un coste demasiado alto.
Podemos analizar cada mirada y cada palabra que se nos presente en busca de pistas que nos hayan juzgado y considerado aceptables o deficientes. Alguien que pase por el pasillo sin saludarnos puede dejarnos con la sensación de ser ninguneado y convencidos de que no merecemos que nos den los buenos días. Podemos complacer a los demás, siempre poniendo a la gente en primer lugar, lo que nos deja abiertos a que se aprovechen de nosotros mientras perseguimos tontamente ser alabados o reconocidos.
Es posible que nos agotemos tratando de ser lo suficientemente geniales, lo suficientemente trabajadores, lo suficientemente atractivos o lo suficientemente exitosos como para sentirnos valorados.
¿Qué hay detrás de esta ansiedad por agradar y por qué algunos de nosotros somos mucho más vulnerables que otros?
En muchos casos, es un tipo de eco del pasado. En algún momento de nuestras vidas, algo o alguien puede haber hecho que la conexión y el afecto parezcan condicionales , algo por lo que tenemos que luchar y que en el fondo no merecemos. Se desarrolla una sensación de vergüenza cuando inevitablemente no llegamos a la perfección. Mientras que esforzarte de modo saludable se basa en ti mismo, el perfeccionismo excesivo se centra en los demás. Y aparece la duda de qué van a pensar de ti.
¿Es malo querer gustar?
Quizás los cuidadores de tu infancia fueron emocionalmente distantes, abusivos verbalmente o establecieron niveles de exigencia muy difíciles de conseguir. Quizás te acosaron en la escuela. Quizás estás acostumbrado a sentir que nunca has estado a la altura de nuestra cultura de compararnos constantemente de una manera competitiva. O quizás no haga falta una explicación. Simplemente sabes que te sientes inseguro y poco válido y eso te lleva a contar con los demás para que te aseguren que eres importante y perteneces a un grupo social.
Es evidente que querer ser considerado de forma positiva no es algo malo. Todos necesitamos un poco de conciencia de cómo nos ven los demás para mantenernos equilibrados y en sintonía con la forma cómo nos relacionamos con el entorno social. Pero demasiada preocupación por lo que la gente piensa puede llevarnos a valorar solo lo que los demás quieren de nosotros, en lugar de lo que deseamos y necesitamos. Y la ironía es que lo que comienza como un esfuerzo por asegurar nuestra felicidad y aceptación puede terminar haciendo lo contrario.
8 consejos para dejar de preocuparse por lo que piensan los demás
Si te has dado cuenta de que a menudo estás demasiado ansioso por agradar a las personas de tu vida, hay pasos que puedes considerar para volver a tener una relación más saludable con los demás y contigo mismo.
1. Mantén las cosas en perspectiva .
Se dice que a la gente le importaría mucho menos lo que los demás piensen de ellos si supieran lo poco que los demás piensan de ellos. Y es cierto: todo el mundo tiene suficientes preocupaciones y responsabilidades para ocupar su mente. También tienen sus propias inseguridades. Si te preocupa cómo te encontrarás con alguien que acabas de conocer, tenga en cuenta que probablemente él esté pasando por lo mismo.
2. Cuestiona tu pensamiento.
Los seres humanos tienden a las distorsiones cognitivas, patrones de pensamiento disfuncional (incorrecto o poco sano) que pueden dañar nuestro estado de ánimo o comportamiento. Por ejemplo, podemos asumir lo peor o filtrar lo bueno en una situación y prestar atención solo a lo malo. O podemos sobregeneralizar o sacar conclusiones precipitadas. Presta atención a tus pensamientos y cuestiónatelos en lugar de permitir que las impresiones se te escapen. Puedes descubrir que lo que te preocupa solo existe en tu mente.
3. Deja ir la perfección.
Puede ser difícil deshacerse de la sensación de que si simplemente haces las cosas bien serás amado y admirado. Pero esta es una búsqueda infructuosa no solo porque la perfección es una ilusión, sino porque lo que la gente piensa de ti tiene más que ver con ellos que contigo.
4. Conócete a ti mismo.
¿Qué es lo que realmente te gusta? ¿Qué quieres de verdad? ¿Estás tomando decisiones sobre tu carrera, tus relaciones y tus pasatiempos porque los quieres o porque agradarán o impresionarán a otra persona? Permítete probar cosas nuevas y preguntarte: “¿Qué perseguiría o disfrutaría si no estuviera tan preocupado por ser juzgado?”
5. Encuentra tu tribu.
En algún lugar hay personas que pueden identificarse contigo y apreciarte por lo que eres. No pierdas el tiempo tratando de aferrarte a aquellos que esperan que te ajustes a sus deseos. Cultiva la autenticidad y encontrarás a aquellos con los que debes estar. Debido a que la verdadera pertenencia solo ocurre cuando presentamos nuestro yo auténtico e imperfecto al mundo, nuestro sentido de pertenencia nunca puede ser mayor que nuestro nivel de autoaceptación.
6. Permítete ser vulnerable.
Puede ser aterrador ir contra la corriente, hablar, correr un riesgo o enfrentar la desaprobación. Pero decide lo que te importa, confía en ti mismo y hazlo. No crecemos jugando siempre a lo seguro; crecemos dándonos la oportunidad de fracasar.
7. Acepta una mano amiga.
La ansiedad que sientes por lo que piensan los demás a veces se puede superar con un poco de autoconciencia. Pero en algunos casos, especialmente para aquellos con traumas subyacentes o problemas de salud mental, la ayuda profesional puede ayudarte a llegar a la raíz de tus sentimientos. Permítete buscar la atención que necesitas en lugar de prolongar tu sufrimiento.
8. Sé tu propio amigo.
Es una dura realidad, pero nunca podrás agradar a todos, sin importar lo que hagas. Pero mira el lado positivo: nadie más puede hacerlo tampoco. Así que acepta las punzadas que inevitablemente vendrán cuando te des cuenta de que no has hecho una conexión con alguien, y concéntrate en cambio en una meta que te llevará más lejos para ser el tipo de persona que deseas ser: aprender a agradarte a sí mismo, con tus virtudes y tus defectos.
Si crees que tu nivel de preocupación por lo que piensen los demás es demasiado alto y necesitas ayuda profesional, soy el psicólogo en Valencia Julio García y estaré encantado de poder echarte una mano. Juntos encontraremos las mejores soluciones a tus problemas.
Sobre mí
Psicólogo en Valencia | Julio García
¿Buscas ayuda para resolver tus problemas y preocupaciones? Puedes contar conmigo. Juntos analizaremos lo que te pasa y te enseñaré el modo más efectivo para que te vuelvas a sentir bien. Ya he ayudado a cientos de personas como tú a ser felices. Soy Julio García, psicólogo en Valencia.