¿Cómo comunicarte con tu hijo adolescente?

¿Alguna vez se sentó a tener una conversación con su hijo adolescente y, después de minutos de ver su postura corporal encorvada, miradas en blanco y respuestas gruñonas, se sintió frustrado, enfurecido y acabó gritando? 

¿Los adolescentes son difíciles?

Los adolescentes son notoriamente poco comunicativos con sus padres. Por lo tanto, no es sorprendente que tratar de hablar con un adolescente pueda ser un desafío, por decirlo suavemente. Sin embargo, se puede aprender a llevar una comunicación exitosa. A continuación se muestra una lista de técnicas de comunicación para probar la próxima vez que necesite comunicarse con su hijo o hija adolescente.

9 consejos infalibles para mejorar la comunicación con los adolescentes.

1. Avísele con anticipación. Dígale con anticipación sobre el momento y el tema que desea hablar con él o ella. Si bien no debe esperar que se presente a la conversación con una lista de verificación de puntos a tratar, esto le dará el tiempo necesario para procesar previamente la conversación inminente y recopilar cualquier pensamiento que pueda tener.

2. Que haya comido antesAsegúrese de que haya comido algo antes de empezar a hablar. Todos hemos experimentado u observado la correlación entre el hambre y la irritabilidad. Aunque es posible que su hijo no esté de mal humor todavía, asegurarse de que su nivel de azúcar en sangre sea estable lo mantendrá concentrado y atento durante toda la conversación.

3. Vaya directo al granoCondense su conversación en una lista corta de puntos importantes y permítale responder a esos puntos. Tener puntos concretos mitiga la posible falta de comunicación mientras lo mantiene atento con la conversación. Además, permitirle responder a cada punto le dará una idea de que es importante y le asegurará que está participando en un diálogo, no en un monólogo.

4. Controle sus emociones. Aunque pueda sentirse frustrado y enojado, los gritos y las humillaciones verbales no producirán los resultados que desea. Estos pueden interpretarse como un ataque, que provocará una respuesta de “lucha o huida”, especialmente con un adolescente con poca paciencia.

5. Camine mientras habla. Los adolescentes son generalmente “procesadores” espaciales y, por lo tanto, piensan mejor cuando están activos y en movimiento. Obligar a su hijo a sentarse y quedarse quieto mientras lo regaña con un sermón largo es una receta para el desastre, o al menos una distracción. Trate de hablar al aire libre, caminar por el barrio o jugar a algo movido mientras discute el tema en cuestión. Esto mantendrá a su hijo alerta e interesado por lo que están hablando.

6. Comunicarse indirectamente. Crear un ambiente cómodo para una conversación importante incluye los matices simples del lenguaje no verbal y el contacto visual. Muchos niños, y especialmente los adolescentes, estarán más abiertos a hablar con menos contacto visual directo. Mirar fijamente a los ojos de su hijo mientras tiene una conversación importante puede interpretarse como agresivo o desconcertante, y su hijo podría cerrarse como resultado. Caminar uno al lado del otro o conducir el coche naturalmente disminuirá la cantidad de contacto visual directo.

7. Utilice ejemplos físicos. Si necesita dirigirse a la habitación perpetuamente desordenada de su hijo, no se limite a hablar sobre el hecho de que él nunca pone su ropa en la canasta de la lavadora. Camine por la habitación y use ejemplos físicos. Haga que recoja los artículos esparcidos y determine si están limpios o sucios. Proporcionar ejemplos físicos y tangibles ayudará a su hijo a procesar y recordar su conversación.

8. Sea consciente de la competitividad innata de su hijo. En muchas situaciones es importante confirmar que está de su lado y que confía en él o ella. Puede volverse más abierto a un feedback positivo si siente que usted está en el mismo equipo. En otras situaciones, es posible que desee aprovechar su lado competitivo si cree que responderá bien a un desafío que le ha presentado.

9. Por último, deje tiempo para el seguimiento. Muchos adolescentes pueden tardar horas, días e incluso semanas en procesar el contenido de una conversación importante. Si no recibe el compromiso o las respuestas que esperaba durante la primera conversación, dele a su hijo tiempo y espacio para que reflexione sobre la conversación antes de volver a mencionarla. Es posible que se sorprenda de cómo evoluciona su conversación con el tiempo.

¿Es posible convivir bien con hijos adolescentes?

En algunas familias, la mala comunicación entre padres e hijos adolescentes es un problema de base que impide la resolución de otros conflictos entre ambas partes. Este problema llega a impregnar su relación de tal manera que da lugar a actitudes de oposición, problemas de convivencia, que no se respeten los pactos establecidos y, con frecuencia, que los padres adopten el castigo como única vía de solución. ¿Cómo se llega a este punto? ¿Qué es lo que causa esta mala comunicación entre padres e hijos adolescentes?

Lo más importante es ser consciente de la nueva etapa del ciclo vital por la que atraviesa un adolescente: el hijo pasa de ser un niño a experimentar un cambio brusco en el cuerpo, a disponer de una mayor capacidad de pensar por sí mismo y a tener necesidades sociales que le proporcionen el reconocimiento afectivo y como persona que ahora piensa de forma autónoma. Es decir, un adolescente pasa a contar con mayor capacidad intelectual que cuando era niño, pero con muchas ideas equivocadas porque todavía no ha podido contrastar a través de la experiencia ese nuevo potencial.

En la adolescencia uno se redescubre a sí mismo, con todas sus nuevas aptitudes. Pero como aún no hay ningún bagaje, formula hipótesis y extrae conclusiones de forma atolondrada. Es propio de la adolescencia sentirse imbatible, creer que se tiene razón en todo. Se podría decir aquella expresión viejuna de que la juventud es muy valiente. Si cuando el hijo llega a esta etapa madurativa los padres no han logrado crear previamente una buena comunicación con él, los problemas de convivencia es posible que aumenten.

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Psicólogo en Valencia | Julio García

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