Cuando todo se hace cuesta arriba
Hay momentos en los que levantarse de la cama parece una hazaña, responder mensajes se convierte en un esfuerzo titánico y cualquier tarea cotidiana —por pequeña que sea— se siente como escalar una montaña. Tal vez no hay lágrimas, ni escenas dramáticas, pero algo dentro de ti ha cambiado. No es solo cansancio, es una sensación persistente de estar apagado, desconectado. Si últimamente todo te cuesta más de lo habitual, podrías estar experimentando una depresión leve.
En este artículo te explico cómo identificarla, qué impacto tiene en tu día a día y cómo abordarla desde un enfoque cognitivo-conductual. Porque sí, hay salida, y empieza por comprender lo que te ocurre.

¿Qué es una depresión leve?
Mucho más que tristeza
La depresión leve no siempre se manifiesta con síntomas intensos. A menudo pasa desapercibida porque se confunde con “estar desanimado” o tener una mala racha. Pero no por ser menos visible deja de afectar tu calidad de vida.
Se caracteriza por una combinación de síntomas persistentes, como:
Falta de energía constante.
Disminución del interés o placer en actividades cotidianas.
Dificultades para concentrarte o tomar decisiones.
Alteraciones en el sueño o el apetito.
Sensación de inutilidad o culpa.
Aunque estos síntomas pueden parecer “llevaderos”, su persistencia durante al menos dos semanas puede estar indicando un episodio depresivo leve, según los criterios diagnósticos del DSM-5.
¿Por qué me siento así si “todo está bien”?
Factores que influyen en una depresión leve
Muchas personas que atraviesan una depresión leve se sienten confundidas: “Tengo trabajo, salud, amigos… ¿por qué me siento así?” La respuesta suele estar en una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Algunos desencadenantes comunes son:
Estrés crónico (laboral, familiar, económico).
Aislamiento social o falta de vínculos significativos.
Estilos de pensamiento negativos o autocríticos.
Cambios hormonales o alteraciones en los neurotransmisores.
El enfoque cognitivo-conductual nos ayuda a entender cómo nuestros pensamientos, emociones y comportamientos se retroalimentan. Por ejemplo, si crees que “no sirves para nada”, tenderás a evitar actividades, lo que refuerza la sensación de inutilidad.
¿Cómo actúa la terapia cognitivo-conductual ante una depresión leve?
Romper el círculo vicioso
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las intervenciones más eficaces para tratar la depresión leve, avalada por numerosos estudios científicos. Su objetivo es ayudarte a:
Identificar pensamientos automáticos negativos y cuestionarlos.
Modificar creencias disfuncionales que alimentan el malestar.
Recuperar hábitos saludables y actividades que te conecten con lo que te importa.
Un ejemplo habitual: si cada vez que cometes un error piensas “soy un desastre”, la TCC te enseña a reinterpretar esa situación de forma más realista y compasiva. También te ayuda a planificar pequeños pasos para recuperar rutinas gratificantes (salir a caminar, quedar con alguien, leer, etc.), incluso si al principio no tienes ganas.
¿Qué puedes hacer si todo te cuesta?
Recomendaciones prácticas basadas en evidencia
Si sospechas que podrías estar atravesando una depresión leve, aquí tienes algunas pautas que pueden ayudarte:
1. Observa tus síntomas sin juzgarte
Anota qué cambios has notado en tu energía, ánimo, motivación o sueño. Ser consciente es el primer paso.
2. Establece rutinas sencillas
Empieza por cosas pequeñas: levantarte a la misma hora, ducharte, salir a dar un paseo. La estructura aporta seguridad.
3. Desafía pensamientos negativos
Pregúntate: ¿este pensamiento es un hecho o una interpretación? ¿Qué le diría a un amigo en mi lugar?
4. Busca apoyo emocional
Hablar con alguien de confianza puede aliviar el peso que llevas dentro. No estás solo ni tienes que poder con todo.
5. Consulta con un profesional
Cuanto antes se detecta una depresión leve, más fácil es tratarla. Un psicólogo puede ayudarte a entender lo que te pasa y a trazar un plan de recuperación adaptado a ti.
Recuperar la chispa: sí, es posible
Sentirte desconectado, desganado o desbordado no significa que estés roto. Solo indica que necesitas parar, observarte y priorizar tu salud emocional. A veces, el mayor acto de valentía es pedir ayuda.
Desde la psicología cognitivo-conductual, podemos trabajar juntos para recuperar tu bienestar, fortalecer tus recursos internos y retomar el rumbo con claridad.
Si sientes que todo te cuesta últimamente, no lo dejes pasar. Estás a un paso de empezar a sentirte mejor.
Pide tu primera cita y empieza a cuidarte desde hoy.
Sobre mí
Psicólogo en Valencia | Julio García
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